César se acuerda del trabajo de crear cadenas como uno de mejores ejercicios, ya que es un trabajo que requiere mucha precisión y destreza: calar las argollas y cerrarlas en eslabones y soldar cada argolla. Hizo, según él “muchos kilómetros de cadena”, llevando su técnica a un nivel muy alto.

De pequeño no le atraía el mundo de la platería, lo asociaba con el trabajo duro y doloroso, porque conocía las heridas que puede provocar este oficio, y sentía que no quería sufrir. En su fase de negación de la platería quería ser arquitecto, motivado por su primo, que fue muy admirado por todos por su carrera de arquitectura. Hoy en día lo sigue inspirando la arquitectura, sobre todo las construcciones modernas, y aplica las técnicas de arquitectura a la joyería.

Sin embargo, se adentró, finalmente, en el mundo de la joyería cuando empezó a tener sus primeros encargos y compromisos. De allí la independencia financiera. Empezó a crear las piezas de su gusto, piezas que le aportaban mayor satisfacción. Uno de sus primeros trabajos independientes fue un calado de un logo de un equipo de fútbol que le gustaba de pequeño, y fue a partir de ahí que empezó a desarrollar su gusto artístico y crear su propio estilo.